domingo, 27 de junio de 2010

Carta abierta a un profesor homosexual

Querido amigo:
Sabes mejor que nadie que hay que estar dentro de la piel del que sufre para saber lo que se siente. El que está fuera se lo puede imaginar, pero no lo puede saber. He pensado muchas veces lo que tiene que pasar por la mente y por el corazón de un profesor homosexual, sobre todo cuando se encuentra en un contexto institucional conservador y refractante a los cambios. ¿Qué le sucede a un profesor homosexual en un Colegio del Opus, por ejemplo? Bueno, en primer lugar que tiene que hacer un permanente y perfecto ejercicio de camuflaje. Puede ser que el puesto de trabajo esté en peligro. Increíble, pero cierto. ¿No puede un profesor homosexual enseñar bien matemáticas, ser un ejemplo de ciudadano y educar a los alumnos y alumnas para que aprendan a convivir?

Lo que pretendo con esta carta es decirte que comprendo tu soledad, tus miedos y tus recelos. Que comprendo tu dolor.


Creo que no hay nadie que deba renunciar a un ápice de su felicidad por el hecho de haber asumido una determinada opción sexual. En una institución educativa, que debe ayudar a descubrir el respeto a la identidad de cada persona, que debe practicar el culto a la dignidad de todos los seres humanos, no es justo que alguien sufra o sea discriminado por ser como es.

Tienes derecho a ser feliz. Nada ni nadie en la cultura tiene que poner trabas a ese derecho ejerciendo tan arbitraria discriminación. Deseo que seas feliz siendo precisamente como eres.
Un abrazo.
Miguel Angel Santos Guerra

Para leer todo, ingresa a: http://www.lacapital.com.ar/ed_impresa/2010/6/edicion_605/contenidos/noticia_5810.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario